Cuando se detecta un caso de gangrena, actuar con rapidez puede marcar la diferencia entre conservar una extremidad o perderla. El enfoque terapéutico dependerá de la causa subyacente, el tipo de gangrena y la condición general del paciente, pero todos los casos requieren intervención inmediata.
El primer paso: un diagnóstico certero
El médico vascular recurrirá a diferentes herramientas de imagen para evaluar la situación del flujo sanguíneo en la zona afectada. Pruebas como el Doppler, la resonancia magnética o la angiografía permiten identificar el punto exacto de obstrucción y el alcance del daño. Además, si se sospecha de una infección, es frecuente realizar cultivos microbiológicos para determinar qué bacteria está implicada.
Tratamiento médico inicial
En los casos donde hay una infección activa, el tratamiento comienza con la administración de antibióticos intravenosos de amplio espectro, que posteriormente se ajustan según los resultados de los cultivos.
El manejo adecuado de las heridas es otro pilar fundamental. Esto incluye la limpieza meticulosa, el uso de apósitos especializados y, en algunos casos, la desbridación quirúrgica del tejido muerto para evitar que la infección se propague.
Restaurar la circulación: la revascularización
Cuando la gangrena es consecuencia de una isquemia —es decir, de la falta de flujo sanguíneo— el objetivo debe ser restaurar cuanto antes la circulación hacia la extremidad afectada. En este punto, se consideran diferentes técnicas de revascularización, dependiendo del grado de obstrucción arterial y del estado general de las arterias.
Entre los procedimientos más utilizados están:
- Angioplastia con balón: se introduce un pequeño globo en la arteria obstruida y se infla para ensanchar el paso del flujo sanguíneo. Es una técnica eficaz en casos de obstrucciones no muy severas.
- Colocación de stent: en casos donde hay riesgo de que la arteria vuelva a cerrarse, se coloca una pequeña malla metálica (stent) que mantiene la arteria abierta de forma permanente.
Ambas técnicas son mínimamente invasivas y ofrecen la ventaja de una recuperación más rápida. Sin embargo, no todos los pacientes son candidatos, especialmente aquellos con enfermedad arterial avanzada o múltiples lesiones en arterias pequeñas.